Había una vez, una niña que adoraba la libertad. Era su tesoro más preciado y lo que más deseaba en la vida. Ella estaba acostumbrada a llevar peso sobre su espalda, pero sin excesos, podía vivir con ello, era su estado normal.
Un día, la niña comenzó a sentirse más pesada de lo habitual, poco a poco se fue sobrecargando, sin darse cuenta. Sobre ella habían recaído demasiadas cosas y esto hacía mella en su espalda, en su alma, en ella. Se sentía cansada, fatigada, presa. Y, ahora más que nunca deseaba la libertad que siempre había anhelado, esa que ya ni reconocía porque hace demasiado tiempo que no la sentía.
Fue pasando el tiempo y la niña se acostumbró a ese sobre peso, aunque se daba cuenta de que su calidad de vida y nivel de ser había bajado. Ya no vivía, sobrevivía.
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2 comentarios:
No es justo que las personas nos echemos cargas a la espalda: es como tener hambre y ponerse en el mostrador de una pastelería a mirar los ricos dulces que han puesto; los mejores. Cuando te acostumbras a llevar tanto peso acabas sacando joroba, ¿de dónde sino te crees que debe venir eso de jorobada de la vida?
Yo he tenido semanas intensas, de esas raras, con casualidades. Llevo 3 días de esta semana y me han pasado 3 cosas que dices, "tiene que ser una causalidad..."
Veo que me has llamado, supongo que es para quedar... ¡qué rancia soy! Mañana me voy de aquí hasta el viernes... te miro un día y quedamos. Pero recuerda que tengo una agenda apretada y hay que pedirme hora 2 meses antes...
:***
Jajajajaja, mírala que aires! pues no era para quedar! era para otra cosa que ya está medio solucionada, pero ya te lo contaré en persona :p
Además no eres la única con la agenda apretada... tssssssss!!
Yo también te tengo que hacer un hueco ;)
Ya nos pondremos de acuerdo, no? tú me dices primero cuando te va bien y ya te diré yo.
Aunque hay una cosa en la que estoy de acuerdo... eres una rancia! :P
Pásatelo bien en el puento, yo ya me fui la semana pasada, así que ésta me toca quedarme pero disfrutando también (y haciendo faena por desgracia).
Quiero que me cuentes las casualidades y contarte yo otras cosas.
Te odio.
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